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Ni-Oh


Análisis

fecha de salida: Ya a la venta

Desarrolladora: Team Ninja


El combate es lo más refinado. NiOh conecta y no te suelta con este baile de distancias, riesgos y recompensas que es su sistema de lucha. Pocas veces encontrarás en un videojuego un sistema de combate más justo y fugaz que el que aquí se despliega. Hay una escena de Tsubaki Sanjuro, la película de Kurosawa, que lo explica mejor. En ella, dos samuráis se quedan mirando fijamente durante largo tiempo, hasta que en lo que uno desenvaina el otro ya ha asestado el golpe final. Puedes replicar perfectamente esta escena en NiOh, porque, de hecho, hay movimientos que mejorar con la espada directamente envainada. Qué demonios, hay un movimiento que puedes perfeccionar con el que detener la espada rival con las manos desnudas y clavársela al oponente.Es muy importante entender el tono, antes de que nos pongamos a explicar las mecánicas, porque aunque NiOh triunfa en muchos aspectos, el que hace que nos inclinemos por su excelencia es esa capacidad para transmitir una época y un estilo de vida: el del samurai. Esa frase tan manida de los videojuegos que "te hacen vivir otra vida" tiene aquí su razón de ser cuando ejecutas un combo administrando correctamente tu ki para dar la estocada final tras un combate extremo. Hemos hablado muchas veces de lo importante que es en este tipo de juegos la sensación de una pelea justa. Y las de NiOh son pura justicia ciega.


Disfruta de esta sensación de luchar como un samurai, porque lo que es la historia es más difícil de hacerlo. Todo empieza de forma sencilla. Somos William, un pirata que tiene que huir de la Torre de Londres, gracias en parte a nuestro espíritu guardián. Pero durante la fuga, conocemos a Edward Kelly, un mago que nos arrebata el espíritu, por lo que viajaremos al lejano Japón en su busca. A una guerra distinta de las que acontecen en Europa, donde el Imperio español e inglés disputan sin descanso. Nada del otro mundo, y con protagonistas y villanos muy del Team Ninja. Pero es cuando llegamos a Japón en pleno período Azuchi-Momoyama cuando la cosa se descontrola.NiOh te exige, sin previo consentimiento, que seas un conocedor de la historia japonesa de forma que seas capaz de entender las batallas que se produjeron y los personajes que participaron con un grado de entendimiento previo, aunque luego lo junte todo con magos y demonios del inframundo. En ningún momento va a intentar preparar los acontecimientos e introducir a los personajes paulatinamente, sino que una oleada de rostros aparecerán en pantalla mientras que el jugador lucha contra su narrativa abrupta llena de cinemáticas, como una obra de teatro en un idioma incomprensible.Las visitas a los recuerdos de la Amrita (la sustancia divina que nos da el poder de mejorar nuestro personaje), una especie de códice desbloqueable que ayuda a conocer a los personajes y su trasfondo, así como consultar directamente la Wikipedia, para qué nos vamos a engañar, son tareas que cualquiera no conocedor de la historia japonesa del siglo XVI tendrá que hacer si quiere mínimamente entender lo que está pasando en pantalla. También podemos quedarnos con que hay un malo y que tenemos que recuperar algo que nos ha robado. Otra es directamente no hacer caso a la historia, pero no es tan sencillo.





NiOh es un juego con un profundo sentimiento histórico. Haya de por medio demonios del inframundo y magias esotéricas, la rigurosidad con la que se intentan plasmar algunas batallas, personajes, lugares y fechas es digna de elogio, pero al no querer distraer demasiado al jugador, tiene que hacer malabares para contar lo mínimo en pequeñas cinemáticas que no corten el ritmo de la acción. Y definitivamente es algo torpe haciéndolo. Lo bueno es que en ningún momento he tenido que entenderla para disfrutar, y deja el suficiente aroma como para que tengas ganas de descubrir más acerca de este periodo histórico. Uno que se contempla y se disfruta más desde la propia acción. Las increíbles animaciones de combate, el detalle de las armas y armaduras y el siniestro y bello paisaje que nos rodea, todo está inspirado en este marco histórico.Puede que no importe tanto si disfrutas más o menos de la historia. Que te interese o que la obvies. Pero sí hay algo que me ha creado un profundo debate interno. Uno que siempre ha reñido la narrativa con la jugabilidad.


Hace unos meses, pude entrevistar al propio Yosuke Hayashi. De hecho, le hice la misma pregunta durante dos presentaciones a lo largo del desarrollo del juego: el diseño de niveles. Nunca terminaba de entender por qué, de todos los elementos que se habían inspirado de la saga Souls, uno de los más eficientes (su diseño homogéneo y abierto, compuesto de grandes zonas interconectadas) no había llegado plasmado a NiOh, con la consecuente pérdida de oportunidades a diferencia de un juego con niveles separados.A la segunda vez, Hayashi me contestó que era debido a la historia del juego, que transcurre por todo Japón. Si hubieran considerado un entorno conectado, no habrían podido extenderse por toda su geografía. Tenéis una noticia que publicamos con sus declaraciones. Pero por más que puedo llegar a entender su razonamiento, es posible que NiOh fuera aún mejor si se hubiera beneficiado de un diseño de niveles cohesionado. El hecho de salir al menú principal y de dar por concluido una zona (aunque haya misiones secundarias que repitan escenario) rompen la tensión de una aventura que no se puede pausar para tomarte un respiro. Corta el backtracking y sus posibilidades. Y si a ello sumamos esa historia cuya importancia es relativa, no nos queda más remedio que respetar la decisión del director, aun poniéndola en duda. Más aún: tenemos que entender (tengo que entender) que porque vengamos de una saga que consideramos maestra en diseño de niveles, no todos los juegos tienen que seguir sus pasos. De hecho, NiOh brilla más en casi todos los momentos en los que intentar ser él mismo.Porque el diseño de niveles es ya de por sí muy bueno, incluso sin esa capa extra que podría haber añadido más verticalidad y atajos imposibles. Se crean grandes escenarios que van desde siniestras costas, entornos naturales llenos de mística y mansiones y castillos orientales que son realmente increíbles de contemplar. Especialmente se luce la mansión ninja, donde las puertas secretas y las trampas abundan en cada estancia.Recorrer cada uno de estos niveles es una delicia. Puede que el combate sea puro gozo, pero es en realidad el fluir del movimiento en las animaciones lo que hace destacar a NiOh por encima de todas las cosas. La forma de correr tan característica de los ninjas, los cuidados detalles en cómo cambiamos bruscamente de dirección o cómo William sujeta la vaina de la espada al moverse, recorrer sus laberínticos lugares con una katana en guardia baja realizando giros en guardia… Es todo un placer.



He aprendido mucho como jugador gracias a NiOh. Es importante comparar, sí, incluso dejar claras las inspiraciones, pero es tan importante entenderlas en el contexto. A veces nos quejamos de que un juego es similar a otro, pero luego echamos de menos ciertos aspectos si no los hace igual… Pero es hora de dejar marchar todas esas inspiraciones y empezar a ver a NiOh de forma madura, porque se lo ha ganado a pulso de ki. Como dije en un principio, mucho se habla en el mundo de los videojuegos de hacerte sentir el héroe de la aventura. De transportarte a otros mundos para ser un marine espacial, un caballero o un mago. Pero pocos logran traspasar esa barrera que separa la realidad de la ficción y transmitir esas sensaciones a través de un simple mando de control. NiOh es uno de ellos. Y es algo propio. Suyo y de nadie más. Su honor como juego independiente y libre (ahora sí) de toda comparación con cualquier otra saga, está ya más que probado.