Imágen de cabecera

The Last Guardian


Análisis

fecha de salida: Ya a la venta

Desarrolladora: Gen Design/Team Ico


Trico ya ha entrado a formar parte de los mejores compañeros de la historia de los videojuegos. Es así de sencillo, y puedo demostrarlo. De hecho este análisis es en parte para hablar de esta inolvidable criatura, pero también para desgranar lo buen lanzamiento que es este The Last Guardian. Un título al que le faltan por pulir las habituales aristas de Team ICO (cámara, controles…), pero que tiene también toda su magia.Ahora ha llegado, y sólo puedo anticiparte que la espera ha merecido la pena. ¿Cómo puedo hacer una afirmación tan tajante? Básicamente porque si lo has estado esperando desde entonces es porque conoces la obra de Fumito Ueda y sus chicos, trabajos que destacan por elementos que no son tan habituales en nuestro mundillo y que hacen de sus juegos algo único. Hay armonía, hay emociones a flor de piel y hay un torrente de belleza tanto en lo artístico como en la puesta en escena, tres elementos que en nuestro mundillo todavía no abundan en la medida que en otras artes se prodigan más frecuentemente por ser mucho más maduras.Es por ello que lanzamientos como The Last Guardian son tan importantes para hacer avanzar un medio que, aunque parezca increíble, ha nacido únicamente hace poco más de cuarenta años. No sólo porque personajes como Trico van a ser inspiración para otros estudios en cuanto a cómo lograr naturalidad y empatía en compañeros para nuestras futuras aventuras, sino porque su capacidad para crear vínculos emocionales entre el jugador y sus protagonistas alcanza cotas que pocas veces hemos visto. ¿Es perfecto? No, a continuación ahondaremos en algunos problemas técnicos y de control que le alejan de serlo. Pero en lo emocional alcanza cotas tan altas como las que los más optimistas imaginaron durante los últimos nueve años.


A veces se confunden conceptos. No hace falta escribir hojas y hojas de guion para tener una gran historia, a veces con algo sencillo que se pueda condensar en unos pocos párrafos basta para tener entre manos algo de calidad. Es el caso de The Last Guardian que, como todos los trabajos anteriores de Fumito Ueda, no necesita de enrevesadas tramas para alcanzarnos. De hecho el arranque es un ejemplo maravilloso de minimalismo. Somos un niño que despierta al lado de Trico en un lugar lúgubre, y con la criatura encadenada… Y ya está. Cosas como el motivo por el que estamos ahí, qué hace la bestia atada o dónde demonios estamos son temas que iran encontrando respuesta, pero con un tremendamente acertado ritmo que es lento y que el Team ICO maneja con maestría para mantenernos pegados a la pantalla. Realmente he querido saber qué pasaba a continuación, he deseado conocer las respuestas a todas las incógnitas que se iban formulando y, una vez terminada la campaña, he sentido satisfacción con todas las respuestas que ésta me ha aportado.Este Último Guardián es ejemplar en cuanto a la forma en la que desgrana todo lo que se nos cuenta. Dependiendo del perfil de jugador que se enfrente al título podremos invertir entre 12 horas para el que vaya más al grano y unas 15 para el que se afane en recorrer cada recoveco del mapeado, pero la clave está en que tiene un ritmo que atrapa. Con una acertada escasez de cinemáticas, realmente relevantes apenas hay dos o tres en toda la campaña, casi todo se nos cuenta al vuelo y con un parquedad de palabras que me ha parecido todo un acierto. En estos tiempos en los que la saturación de diálogos, cuidados vídeos y conversaciones son, en algunos casos, perezosas maneras de camuflar una falta de ideas alarmante; The Last Guardian apuesta por un narrador que habla de ciento en viento y por entender la relación entre Trico y el niño más con actos y sensaciones que con unas palabras que dos seres tan distintos como ellos no podrían compartir.





He guardado la mención a sus dos videojuegos anteriores, ICO y Shadow of the Colossus, hasta aquí de forma premeditada. También con ellos se creaban relaciones muy profundas entre personajes, aunque ninguno con un resultado en este ámbito a la altura de lo que logra The Last Guardian. Esto, no obstante, hay que tomarlo con precaución y no sacar la frase de contexto, no estoy diciendo que aquellos dos juegos fueran mejores o peores que éste: Lo que estoy asegurando es que, desde mi punto de vista, la relación que se teje entre Trico y el muchacho es mucho más rotunda y emocionante que la que vivimos con los protagonistas de aquellos dos fantásticos títulos.En ese sentido puede que ayude el hecho de que los temas que siempre han abordado han sido universales, pero nunca tan cercanos a cualquier jugador como en esta ocasión. La historia de Trico y el niño habla sobre miedo, épica y amistad, tres sentimientos que todos hemos experimentado alguna vez, pero también habla de la inocencia de una infancia por la que todos, como es obvio, hemos pasado. En eso se parece algo más a ICO que al segundo juego de la “trilogía”, y aunque si bien comparte algunos temas con él y hay similitudes en el tono y la forma de exponerlo, en realidad el resultado es bastante distinto. Es como si aquí observáramos el resultado de una fórmula que se ha venido refinando con el tiempo y a la que un desarrollo de tantos años le ha venido muy bien para hacerse más parca y también más eficaz.No obstante toda esa agradable economía narrativa ejecutada de una manera tan brillante no va a ningún sitio si no logramos empatía, y ahí es donde el videojuego va a resultar más divisivo. ¿Por qué lo digo? Quienes observan películas o videojuegos o leen libros con frialdad y sin conectar con los personajes encontrarán en The Last Guardian un título que, como videojuego de aventuras es fantástico, épico y colosal, pero que probablemente acaben olvidando con el tiempo. No obstante, si eres como yo de los que sufren al lado de los protagonistas, de los que creas sintonías rápidamente con quienes por su carisma o tridimensionalidad lo merecen, aquí vas a encontrar la horma de tu zapato. Algo que te va a tocar dentro y que se te va a quedar grabado. Si entroncas con el niño y su fiel acompañante vas a reír a su lado, y también se te va a escapar alguna lagrimita con todos esos momentos en los que Team ICO brilla. El equipo se ha especializado en ponernos un nudo en la garganta a lo largo de estos años y, por supuesto, no podían faltar escenas de ese tipo en esta ocasión. Secuencias en las que el destino pone a prueba la firmeza de los lazos que unen a sus dos protagonistas para los que, por suerte, para entender lo que les pasa no hace falta haber tenido una mascota … Basta con haber tenido corazón.


Sí, The Last Guardian va sobre sensaciones y consigue apelar a nuestras emociones de forma muy frecuente si ponemos un poco de nuestra parte: lo mínimo, básicamente bajar la guardia y demostrar que no somos témpanos. Sin embargo, eso prácticamente se da por hecho en un videojuego de este estudio, y lo que nos resta por saber es qué tal son sus mecánicas jugables propiamente dichas. Si resulta divertido jugarlo y si ofrece un disfrute a la altura de lo que sus ya icónicos protagonistas merecen.Lo primero que hay que dejar claro es que nosotros manejamos exclusivamente al muchacho, y que a partir de un momento mediada la aventura tenemos tal conexión con la bestia que podremos darle ciertas órdenes. Al margen de esos matices la estructuración, a grandes rasgos, es la de una aventura relativamente convencional en su forma pero con bastantes ideas muy originales y tremendamente bien diseñadas en su fondo. Se trata de un juego con plataformas, exploración, rompecabezas y algunas secciones de acción de carácter muy lineal en el que el hecho de contar con dos personajes activos y de características muy distintas al frente garantiza unas cotas de variedad que, de otra forma, hubieran resultado imposibles.El equilibrio entre todas las partes es el ideal, con mucha cantidad de secciones de escalada y puzles y con partes de acción más puntuales, así que vamos a ir desgranándolas precisamente en ese orden. Cuando nos volcamos en la parte centrada en los saltos, la agilidad y el sortear grandes precipicios es cuando el programa muestra su faceta más épica. Varias veces me he sorprendido a mí mismo embobado con los escenarios, o tirando a menudo del botón para centrar la cámara en Trico y ver cómo él lleva a cabo con elegancia saltos y brincos entre torres de alturas kilométricas en acciones que rozan el equilibrismo, mientras que nosotros sufrimos para llevarlas a cabo. Si bien es cierto que en cualquier momento podemos encaramarnos a cualquier parte de Trico y viajar a sus lomos, también hay que dejar claro que en muchas ocasiones habrá tal o cuál obstáculo que él no podrá superar y para el que tendremos que separarnos temporalmente de cara a allanarle el camino.



Podría escribir muchas cosas, párrafos y párrafos, sin hacer justicia a nuestro fiel amigo porque la única forma de entender su calibre es juzgarlo por uno mismo. Por un lado, desde el punto de vista técnico, es impecable y su encadenado de movimientos y de actitudes es de una naturalidad pasmosa, sin repetir una animación y sin mostrar rasgo de titubeo o de duda en su comportamiento. No es que Trico esté a nuestro lado, es que existe. Por otra parte a nivel de diseño elementos tan icónicos como las orejas o los ojos, dotados ambos de una vida maravillosa, harán que sintamos por él cosas que pocas veces hemos vivido en un videojuego.Es un videojuego maravilloso y para enseñarEn cuanto al audio bien es sabido que en este ámbito Ueda acostumbra a rodearse de gente muy capaz, y su nueva producción vuelve a ser un extraordinario ejemplo de ello. No hay muchas voces, pero éstas son fantásticas y el juego llega a nuestro país traducido únicamente en sus textos puesto que sus protagonistas hablan en un idioma convenientemente inventado para acabar por creernos la fantasía de su universo. También me ha gustado particularmente la voz del niño, que expresa perfectamente con su timbre y su entonación la ternura que destila toda la aventura. La música la firma esta vez Takeshi Furukawa en la que es su primera empresa con el estudio, y que demuestra que a pesar de que sus partituras no están tan presentes como en otros trabajos del equipo en cuanto a cantidad sí que son capaces de asombrarnos con su calidad. Un ejemplo perfecto de trabajo minimalista pero tremendamente acertado.