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Bloodborne


Análisis

fecha de salida: Ya a la venta

Desarrolladora: From Software


Yharnam y sus alrededores son lugares únicos. No hay nada igual. Su geometría es perfecta y no sólo por la cantidad de callejones que desembocan en enormes áreas, atajos que te hacen la vida más fácil, no. Cada una de sus zonas es una estampa que se podría enmarcar, recargada hasta lo grotesco, brillante, terrorífica. Muchos juegos han construido mundos increíblemente detallados, pero sólo gracias al "backtracking", esa necesidad de volver a pasar una y otra vez por los mismos lugares, hace que adores cada uno de los rincones de esta ciudad maldita.


Sorprendentemente, no hemos encontrado tantos retazos de historia como en anteriores juegos. Ni siquiera la presentación de Bloodborne deja las cosas claras. Sabemos que una terrible maldición de la sangre ha caído sobre los habitantes de la zona, y los pocos que han sobrevivido se encierran con candado en sus casas sin dejar pasar a nadie. Los pocos habitantes que responden a la llamada en sus puertas no dejan las cosas claras, pero sabemos lo suficiente: somos cazadores de bestias, y a lo largo de esta noche infinita tendremos que abrirnos paso por la ciudad para anular la maldición. Ayudan, de nuevo, los objetos y sus descripciones para profundizar en algunos detalles de la trama, pero sigue siendo una tarea opcional para quien quiera empaparse bien de esta lúgubre ambientación. Nosotros, de alguna forma, estamos también malditos, y cada vez que morimos en el mundo de lucidez llegamos al Sueño del Cazador, una zona similar al nexo de Demon’s Souls, que nos permite acceder a los distintos mundos y mejorar a nuestro personaje. Se pierde quizá ese paralelismo que había en anteriores juegos entre las almas que pierden la esperanza y el propio jugador desesperado por no poder avanzar, pero es que esta canción ya nos la sabemos.


Bloodborne es un juego más directo. No excluye a nadie, pero supone que quien más, quien menos, se ha dejado los pulgares en alguna otra obra del estudio. Por tanto, su labor principal no es repetir, sino intentar renovar en todo lo posible. Dadas las similitudes con las anteriores obras de Miyazaki, es complicado no hacer algunas comparaciones, y es ahí donde va a radicar la opinión de muchos respecto al juego. Para algunos, el hecho de que se obvien estadísticas, como el peso, la clase mágica o la variedad de armas, puede suponer un gran handicap, pero por esas razones Bloodborne se antoja único y especial. Es también un título más directo por sus combates. Cada ataque es a vida o muerte y no deja de sorprender el hecho de que tengamos que ganarnos a pulso cada batalla en vez de crear un combate matemático a base de estadísticas favorables. Aquí tus reflejos tienen que estar más afilados que nunca. Pequeñas decisiones surgen espontáneamente de sus enfrentamientos, sopesando si es mejor gastar una poción o intentar recuperar vida frente al daño recibido.Este sistema de combate ya justifica de por sí la existencia de este exclusivo de PlayStation 4. Es una evolución más que una revolución, sí, pero pone en tela de juicio la forma en que luchábamos en la saga Souls. Definitivamente, y sin llegar a ser nunca un Hack ’n’ Slash, es mucho más divertido el combate ofensivo, por mucho que nos gustara el anterior ritmo pausado por darnos más tiempo a reflexionar. Sin embargo, las dos fórmulas pueden (y probablemente lo hagan) coexistir en un futuro.





Volver a un nexo con El Sueño del Cazador tiene sus ventajas y sus inconvenientes. Es una zona pacífica, que permite el acceso rápido a muchas áreas de una vez, manteniendo todos los aspectos de un menú interactivo. Puede no resultar tan cómodo cuando morimos y queremos cambiar de lugar, por la necesidad de pasar por este lugar y sus consecutivas cargas, pero aquí entra un elemento nostálgico al volver a apostar por una estructura tan de videojuego, tan de Mundo 1-1, como lo fue en Demon’s Souls.Dentro de este sueño, podemos hablar con la Muñeca para subir de nivel a nuestros personajes. Las estadísticas son también más directas. Vitalidad, Aguante, Fuerza, Habilidad, Viveza de Sangre y Arcano, con efectos más centrales como el veneno, el frenesí, el fuego, el rayo y la misteriosa Bestialidad. Dentro de este nexo también podremos comprar y vender objetos, así como acceder a los cuatro mundos de la aventura principal, o crear mazmorras aleatorias del Cáliz. Un apartado que explicaremos más adelante en profundidad, porque se lo merece.La forma de mejorar las armas es gracias al taller. Volvemos a tener un sistema de piedras (de sangre) con las que subir las estadísticas, aunque serán las gemas sangrientas las que nos permitan aumentar gratamente las estadísticas, creando interesantes efectos, como el poder envenenar o quitar más daño si nuestra salud está completa. Por último, tenemos las runas, que hacen las veces de los famosos anillos, y que nos permiten poder cargar con más pociones, más balas de mercurio o tener mejor resistencia a algunos efectos, por ejemplo.



Bloodborne ha cumplido todas nuestras expectativas. Las comparaciones aquí son más necesarias que nunca, pero también son odiosas, porque en busca de la individualidad, Miyazaki ha tenido que sacrificar algunas de las características que hacían única a la saga Souls. Como todos los cambios, algunos se aceptan mejor que otros, pero una partida a anteriores títulos tras jugar a Bloodborne revela mucho de lo que ha mejorado la nueva obra de FromSoftware. Su combate más visceral nos ha vuelto mejores jugadores, más confiados, hasta el punto de que dudamos si volveremos a levantar un escudo en el futuro. Su ambientación es insuperable, demostrando por primera vez el poderío técnico de la máquina en esta saga, unido al increíble diseño visual que siempre ha poseído. Bloodborne se convierte así en un título con una personalidad única.Cada uno de los pequeños ajustes nos han jugado malas pasadas, pero hemos salido reforzados gracias a ellos. Levantarse del suelo, por ejemplo, es ahora una lucha a vida o muerte, porque los enemigos pegan duro si intentas machar el botón de ataque o esquive. Zafarse de ellos es una liberación, ya que esquivar ahora no cuesta prácticamente energía, pudiendo ser mucho más valiente y ágil.Con todo, vemos en Bloodborne ese juego que se esperaba y que tanto se demandaba en la actual generación. Uno de los grandes y totalmente recomendable, sobre todo para los aficionados de la saga Souls. No lo tenía fácil, ya que es el cuarto de su género y es en este momento donde las cosas pueden empezar a acusar la falta de novedad. Pero gracias a las ideas innovadoras, en especial el nuevo sistema de combate, las mazmorras del Cáliz y un diseño que pocos títulos pueden igualar en un escenario tan abierto, Bloodborne logra destacar. Un título ejemplar, desafiante y divertido hasta las cotas más altas. Una obra para justificar la presente generación.